Los animales de asistencia muchas veces remplazan uno de los sentidos de una persona que tiene algún tipo de discapacidad. Pero para ser parte de la vida de alguien que lo necesita, los perros requieren un entrenamiento de, al menos, dos años.
Así lo explica Juan David Palacino, director ejecutivo del proyecto Bocalán, que tiene sede en más de 14 países del mundo. Se trata de un organismo que se dedica a mejorar la calidad de vida de personas en situaciones de discapacidad o desventaja con la implementación de programas de perros de asistencia o terapia y educación.
Fue la Fundación AMA la encargada de promover el proyecto en Ecuador. Actualmente, cuatro perritos están siendo entrenados como animales de asistencia. Sus usuarios finales (personas con discapacidad visual, auditiva, autismo y otros padecimientos) aún no han sido seleccionados.
Sin embargo, cuando los animalitos estén listos ayudarán a su humano a tener una vida más independiente. “Abren la puerta, apagan y prenden luces, pasan cosas del piso, alertan cuando suena una sirena, entre otras cosas”, precisa Palacino.
Dentro del grupo de animales de asistencia existen varias categorías. Están los de alerta médica capaces de detectar crisis de hipoglicemia (baja en la glucosa) y trastornos del tipo. También existen los perros de servicio para personas con movilidad reducida.
Los perros de servicio para niños con autismo ayudan a niños con autismo cuando existe una crisis de rabietas o estereotipias. “Puede lamer la mano (solo deteniéndolo) cuando empieza a pegarse o a pegar. Cuando hay conductas de fuga los perros se anclan, así previenen accidentes, el perro debidamente entrenado apoya cuando hay estos detonantes”, manifiesta.
Otras categorías son los perro guía para apoyar a la gente con visión reducida y los perros señal para las personas con problemas auditivos. “Si escuchan un pito o una alarma pueden avisar de dónde viene el sonido.
Fases del entrenamiento
Primero se trabaja en la socialización. El animal debe acostumbrarse al entorno que lo rodeará: ir en autobús, ir a tiendas, controlar impulsos. “Por ejemplo si se cae un pan, está preparado para no tomarlo. Tampoco es agresivo con otros perros”, describe Juan David.
En el segundo año, el can desarrollará habilidades para comportarse de forma adecuada en los espacios, siguiendo los protocolos establecidos para esto hay una prueba de ingreso a lugares púbicos muy exigente que se apega a los estándares internacionales de ADI (Asistance Dogs International). Esto incluye el ingreso en un centro comercial. “Esto no quiere decir que sea un espacio pet friendly. Su permanencia en el sitio es necesaria para el usuario y el perro sabe cuál es su objetivo”, añade.
Luego de completar el programa, los animales no deben ladrar ni orinarse en espacios no especificados. Además deben guardar estrictas normas de conducta como bajarse y subirse al auto, como abrir una puerta y esperar que pase silla de ruedas para luego cerrarla.
Estos animales de ayuda técnica permanecen en un hogar de acogida hasta que complete su entrenamiento. Luego se realiza la adaptación a su usuario final. Esta etapa dura un mes aproximadamente, pero se realiza seguimiento trimestrales, semestrales y anuales.
Perros de intervención ( Facility Dogs)
A diferencia de los canes de asistencia que viven con su usuario final, los de intervención pertenecen a sus entrenadores y especialistas. En estos también hay categorías:
1. Terapia asistida con animales: la actividad es dirigida por un equipo multidiciplinario y buscan llegar a un objetivo determinado. El perro no da terapia, es un motivador que apoya a un especialista de la salud en los tratamientos.
2. Intervención asistidas en la educación: el perro también es un motivador. Por ejemplo, trabaja con chicos de una escuela en las tareas de Matemáticas. Si se multiplica 2×5, el can ladra diez veces para indicar el resultado.
3. Intervención lúdica: los animales entrenados visitan espacios como ancianatos, permitiendo que las personas lo acaricien o se acuesten sobre él. No está preparado por especialista ni busca un objetivo medible. Brindan momentos de esparcimiento.
Los perros elegidos
Para seleccionar a los animales del proyecto se realiza un estudio previo del comportamiento como reacciona ante los estímulos fuertes. “Lo debe evaluar un especialista porque no podemos arriesgar la salud física emocional del usuario final”, comenta Juan David.
Los animales que serán entrenados, en ocasiones, salen de criaderos o son rescatados, pero generalmente se busca cachorros porque entrenar a un perro adulto tarda más tiempo y reduce los años de apoyo para su humano. También deben estar esterilizados. “Generalmente se jubila a los perros a los 10 años”, destaca.
No se requiere una raza en especifico para animales de asistencia. Sin embargo, las tareas que realizarán suelen requerir un tamaño particular para cumplirlas. Un perro pequeño no alcanza a abrir la puerta o encender la luz.
Según el Conadis, Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades, existen 400 mil personas registradas. Bocalán trabaja directamente con la institución que mantiene la calificación de la discapacidad de una persona.
El artículo 59 de la Ley de Discapacidades refiere que estos canes tiene derecho de entrar en espacios públicos y privados. Portan un chaleco especial para su identificación. Hasta el momento, dentro del proyecto Bocalán, 12 personas que requieren un can de asistencia, cumplen con los parámetros.
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